Entrevista de Alejandra Flores a Raquel Rodríguez de Bujalance.
Estudiaste Ciencias de la Información y toda tu trayectoria profesional ha estado ligada al ámbito de la comunicación. Bajo tu punto de vista,
¿qué papel crees que deben cumplir los medios de comunicación en el campo de la solidaridad?
Los medios juegan un papel fundamental en el campo de la solidaridad. Son los que dan visibilidad a las iniciativas que se realizan a favor de los más vulnerables e influyen
¿Qué te llevó a dar el paso de compartir la historia de estas mujeres?
La insistencia de amigos y colegas para dar a conocer a esas mujeres que rompen todo clases de estereotipos. Después de cada uno de mis viajes a países de África subsahariana con Harambee, hablaba, en conversaciones y tertulias, de las mujeres absolutamente extraordinarias que había conocido, expresando mi admiración por su trayectoria profesional y por su labor social. Durante la pandemia encontré el tiempo y la tranquilidad para ponerlo por escrito.
Página tras página, el testimonio de las mujeres protagonistas del libro está siempre marcado por la gran resiliencia que éstas despliegan para mantenerse fieles a su propósito. ¿Qué crees que hace posible que consigan sobreponerse a las dificultades?
He podido comprobar que lo que les mueve a todas ellas es la fe. Los africanos son tremendamente espirituales y la religión ocupa un papel fundamental en sus vidas. Estas mujeres se sienten muy agradecidas por las oportunidades que han tenido y creen que deben ayudar a otras que no han contado con la misma suerte.
¿Cuáles consideras que son los mayores obstáculos con los que se topan estas trece mujeres para desarrollar sus proyectos?
Se encuentran con múltiples obstáculos, pero creo que los principales son la falta de educación, la brecha de género, las dificultades de acceso a la financiación y la inexistente ayuda externa.
La UNESCO calcula que en África hay más de 70 millones de niños sin escolarizar, de los que la mayoría son niñas, que serán adultas analfabetas. Igualmente la falta de igualdad de la mujer africana es indescriptible; en muchas zonas rurales de África una niña vale menos que una vaca. Las mujeres tienen muchas dificultades para conseguir financiación para sus negocios aunque está comprobando que el retorno de los créditos es muy superior al de los hombres y la mayoría de la ayuda externa se pierde en los despachos de las instituciones, llega poco a los hombres y casi nada a las mujeres emprendedoras. Solo cuentan con la ayuda de ONGs como Harambee que va directamente a quien la necesita.
Has tenido la oportunidad de presentar tu libro en numerosos espacios en la que has podido recibir la retroalimentación de los lectores. De los testimonios que recoges, ¿cuáles has detectado que dejan especialmente una huella en ellos?
Estoy impresionada por la acogida que ha tenido Mujeres de ébano y el desconocimiento que existe en España sobre África, aunque estamos tan cerca. Me llegan muchos testimonios de personas que han cambiado su visión sobre el continente y que están dispuestas a poner su granito de arena en el campo de la educación, por ejemplo, financiando becas de escolarización de niñas, de formación profesional de jóvenes y de alfabetización de mujeres adultas.
Al hablar de África, solemos centrarnos en los desafíos que el continente tiene por delante para su desarrollo. Sin embargo, estamos viviendo un cambio de narrativa en el que se ponen de relieve los logros que está experimentando a nivel económico y cultural. En tu opinión, ¿con qué principales fortalezas cuentan los africanos para un crecimiento futuro?
Poseen la principal de las fortalezas que es el capital humano. Mientras que Europa envejece sin parar, la media de los países africanos está en 18 años. En Nigeria, por ejemplo, un país con más de 200 millones de habitantes, más de la mitad de la población tiene menos de 20 años. Internet está permitiendo que muchos de ellos puedan estudiar con becas online en las mejores universidades del mundo. A su vez cuentan con grandes hándicaps como son la corrupción y la mentalidad tribal.
A menudo, el retrato que algunas voces occidentales ofrecen sobre la mujer africana se presenta desde un ángulo pesimista, reduciéndola a la figura de víctima pasiva. Sin embargo, en tu libro ofreces una visión muy diferente. ¿Qué prejuicios buscan combatir las protagonistas de tu libro?
El de mirar a África y a los africanos por encima del hombro y demostrar que África es un continente lleno de posibilidades y de valores, donde se da gracias a Dios por cada nuevo día, donde la familia tiene lazos irrompibles, donde se respeta la sabiduría de los mayores, donde la convivencia es ajena al individualismo, donde la hospitalidad se practica con cualquiera, donde el ingenio para el reciclaje y la recuperación forman parte de su estilo de vida y donde la fortaleza y la capacidad de sufrimiento para aguantar lo inimaginable hacen comprensible la palabra resilencia.
El feminismo necesita unificar esfuerzos y conocimientos de todas las mujeres del mundo. ¿Qué crees que podemos aprender en España de estas referentes feministas?
Las protagonistas de Mujeres de ébano demuestran que una mujer africana que ha tenido acceso a la educación y ha vivido en un buen entorno cultural es capaz de alcanzar cualquier meta profesional y ser solidaria con las demás mujeres. Las que aparecen en Mujeres de ébano luchan sin descanso por los derechos y la igualdad de la mujer a costa de su tiempo y su dinero: derecho a la educación, derecho al trabajo. derecho a la herencia, derecho a un sueldo digno, derecho al acceso a financiación, y muchos otros de los que la mujer occidental disfruta desde hace años.